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La desglobalización y el desarrollo nacional

El Estado-Nación está de vuelta

Publicado: 2021-02-22


Darse de bruces contra la realidad es sin duda un antídoto excelente contra las utopías y también las distopias, quienes vivieron la caída del muro de Berlín in situ, podrían decirnos algo de eso. Tarde o temprano, el futuro nos alcanza o el pasado regresa a nosotros como un bumerán.

La pandemia ha servido en buena parte para alcanzar a ver las limitaciones del discurso globalizador y la multitud de instituciones internacionales que la sostienen. Así estamos viendo como las naciones del orbe desarrollado buscaron y lograron sin menor pudor acaparar la mayor cantidad de suministros e insumos médicos, de la misma forma en que ya producidas las vacunas han procurado hacerse con stocks con los cuales vacunar varias veces a sus poblaciones sin preocuparse por los países de menores recursos, mas allá de declaraciones testimoniales o iniciativas insuficientes.

Y así cuando creíamos que el Estado-Nación se había ido, demostró que sigue vivo con buenos reflejos y poderosos intereses detrás, la interdependencia económica, el poder financiero, no lo han noqueado del todo, aun si bien han reducido sus competencias para su propio beneficio amparados en el discurso de una globalización omnipresente.

Las medidas aplicadas por la cuarentena alrededor del mundo, suponen la existencia de un Estado fuerte, capaz de restringir la movilidad de sus poblaciones, capaz también de movilizar recursos frente a la emergencia, países como Alemania, Francia, e incluso los Estados Unidos; han establecido fuertes paquetes de estímulos económicos para hacer frente a las consecuencias de la pandemia a la vez que se han destinado ingentes recursos para la investigación en pro de conseguir las vacunas.

Así mientras el mercado demuestra sus falencias frente a una situación inédita como la pandemia, los Estados nacionales han salido al frente de esta excepción con variopintos resultados de acuerdo a su arraigo en solidez en cada sociedad. Ante esto los ciudadanos de los diferentes países, así como las clases políticas, van dando cuenta de lo endeble de su posición en una situación de interdependencia, particularmente asimétrica para el hemisferio sur- y la necesidad de superar las limitaciones impuestas por el paradigma globalizador en base a sus propios medios.

La pandemia ha demostrado la fragilidad de nuestras sociedades frente situaciones límite como pueden ser la guerra, los desastres naturales. Cualquier planteo serio, coherente y sostenible en el mundo post-pandemia, de sociedad debe considerar estos escenarios como posibles y actuar en consecuencia con ello, reduciendo la sobredependencia de las cadenas de suministros y poderes externos, apostando por la producción en proximidad y la relocalización en el propio país como vía para un desarrollo sostenible y la seguridad de los ciudadanos.


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